sábado, 29 de octubre de 2011


 DERECHOS HUMANOS

Mujica promulgó la ley que puso fin a la Caducidad

 

El presidente de la República puso en vigencia la norma que en la madrugada de este jueves sancionó el Parlamento e hizo imprescriptibles los delitos cometidos por policías y militares durante la dictadura


La página de Presidencia de la República publicó este viernes la promulgación de la ley por la que se restablece la pretensión punitiva del Estado para los delitos cometidos en aplicación del terrorismo de Estado hasta el 1º de marzo de 1985.

La nueva norma, que consta de cuatro artículos y fue sancionada en el Parlamento sobre la hora 2 de este jueves, fue firmada por el presidente de la República, José Mujica, este mismo jueves, momento en que quedó vigente. 

La última palabra la tendrá la Suprema Corte de Justicia (SCJ), quien deberá decidir si la nueva norma el legal o no. 

Los grupos de militares retirados ya adelantaron que interpondrán recursos de inconstitucionalidad ante la SCJ cada vez que alguno de ellos sea citado a declarar. Además tienen previsto presentar acciones ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por considerar que la nueva norma “afecta los derechos humanos y los adquiridos” por los militares, dijo a El Observador el presidente del Centro Militar, coronel Guillermo Cedrés.

Procesaron a Gavazzo, Arab, Vázquez y Silveira por caso Gelman

El juez Pedro Salazar procesó a los militares por el homicidio muy especialmente de María Claudia García Irureta de Gelman

El juez Pedro Salazar procesó este viernes a los ex militares José Gavazzo, Ricardo Arab, Gilberto Vázquez y Jorge Silveira como coautores de homicidio muy especialmente agravado de María Claudia García Irureta de Gelman.

Además no hizo lugar al pedido del fiscal para procesar también a los ex policías Luis Maurente y José Sande Lima.

El juez también pidió, por la misma causa, la extradición de Manuel Cordero, quien actualmente cumple prisión domiciliaria en Brasil.

Los cuatro procesados ya se encuentran presos por otras causas en la cárcel de Domingo Arena.

jueves, 27 de octubre de 2011

  El turno de la Justicia

 Es ley: los delitos de lesa humanidad ya 

no prescriben en Uruguay


Hoy. A las 02:15 horas, por 50 votos del Frente Amplio contra 41 de la oposición, la Cámara de Diputados completó la sanción legal: los delitos de la dictadura no se extinguen jamás.

Jueves 27 de octubre de 2011 | 7:17
Con fuertes reproches históricos, desmentidos y acusaciones, se aprobaba anoche al cierre de esta edición la ley que determina la no prescripción de los delitos y violaciones cometidos por el terrorismo de Estado.
Por RICARDO PORTELA
Los 50 votos de los diputados del Frente Amplio fueron los únicos a favor que sancionaban la norma.
En una extensísima sesión en la que no faltaron reproches y revisiones históricas que diferían abismalmente entre sí dependiendo de quien lo expusiera, los diputados, con los únicos 50 votos a favor del Frente Amplio, convertian en ley la norma que restablece el pleno ejercicio de la pretensión punitiva del Estado y declara que los delitos cometidos por el terrorismo de Estado no prescriben. Anoche mismo el articulado pasaba a la órbita del Poder Ejecutivo para que este proceda a su promulgación, acción que seguramente se llevará a cabo este viernes luego de los previos trámites burocráticos correspondientes. Como todo el mundo sospechaba, el debate incurrió en algunos pasajes de alto voltaje, al punto que en un momento se obligó a la suspensión de la sesión a fin de que los ánimos “legislativos” se calmaran. En parte eso se logró. Los antecedentes de la discusión de esta ley se habían dado el martes pasado, apenas 24 horas antes en la Cámara de Senadores. Ayer en esta rama parlamentaria hubo casi un calco de las argumentaciones de los que la defendieron y de aquellos que se negaron a dar su apoyo a la ley. La sesión comenzó a las 14.30 horas y media hora más tarde ya había 63 legisladores anotados para hablar 15 minutos cada uno. Eso significarían 945 minutos en total sin contar eventuales interrupciones.
Los diputados del Partido Nacional se complotaron entre sí y tuvieron un destello de creatividad escenográfica: en la mesa de cada banca había de pie un ejemplar de la Constitución. En la del Frente Amplio el único que colocó algo sobre su mesa fue el diputado del PVP Luis Puig: una foto de la activista Tota Quinteros portando la foto de su hija aún desaparecida, la maestra Elena Quinteros.
“Llamá a Bush”
El diputado Jorge Orrico fue el informante del proyecto por el oficialismo. Inició su exposición rememorando un incidente internacional ocurrido en 1875 entre Estados Unidos (se llamaba entonces la Unión) e Inglaterra; argumento que sirvió para ilustrar que las sentencias internacionales son supra estados. Trayéndolo a los tiempos que corren, Orrico advirtió que “si no aprobamos esta ley, la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, desde allá lejos, nos obligará a pagar indemnizaciones por hechos ocurridos aquí cerca. Además ­advirtió- si no cumplimos con las normas internacionales del derecho, podemos volver a tener los puentes cortados porque algunos dirán `si estos no cumplen tampoco lo harán con lo que dijo La Haya”. Esta advertencia motivó que Gandini, atento a lo que escuchaba, le gritara “y si nos cortan los puentes, llamá a Bush”.
Gustavo Borsari, el herrerista, deambuló en su exposición en lo que para él fueron “los fallidos intentos” por dejar sin efecto la Ley de Caducidad. “Ahora ­dijo- el gobierno está tirando la Constitución a la basura con esta ley y eso, el Partido Nacional no lo permitirá”.
El colorado Gustavo Cersósimo, en su racconto, sostuvo que “la Ley de Caducidad fue una amnistía, un beneficio ­dijo- que no se puede eliminar” y el independiente Iván Posadas entiende que la norma aprobada anoche “vulnera al Poder Judicial pasándole un fardo”. Propuso una alternativa legal convocando a la Asamblea General legislativa para dejar sin efecto la Ley de Caducidad. No tuvo apoyo.
Reproches
Luego de que cada uno de los cuatro partidos expusiera en general su posición con respecto a la ley, llegó la hora del debate crudo y llano. El blanco Pablo Iturralde insistió con que la Ley de Caducidad es hija del “pacto” del Club Naval; que “antes de 1973 se violaban los derechos humanos desde los dos lados” y que “el Partido Nacional siempre estuvo ajeno a esas posiciones”. José Bayardi, el frentista, retrucó que “decir que la Ley de Caducidad nació del pacto del Club Naval es tergiversar la historia” y eso despertó la ira masiva mientras Óscar Groba le gritaba a los blancos que “ustedes cocinaron al pueblo en la estancia de Anchorena”. Pasaban las horas y al cierre de ésta edición las acusaciones tuvieron similares características. Nada nuevo.
PUNTOS A FAVOR, EN CONTRA Y NEUTRO
* Un punto a favor de la sesión de ayer fue el sorpresivo silencio que reinó en la sala durante las exposiciones de los representantes de los cuatro partidos políticos al momento de dar a conocer su posición con respecto a la ley.
Un punto en contra para un grito que salió de la boca de una secretaria de un legislador del Partido Colorado cuando desde las barras se asomó al recinto y acusó a los legisladores del Frente Amplio de “asesinos”. Un punto neutro para la presencia en las barras del dirigente colorado Diego Fau que, de pie, mostraba a cada momento la camiseta que vestía con la leyenda “Todos somos familiares”.

lunes, 24 de octubre de 2011

Sociólogo Gustavo Leal advierte una ruptura "muy drástica del pacto de convivencia en la sociedad uruguaya"


A partir del asesinato de un joven el domingo pasado en las inmediaciones de Montevideo Shopping, que había sido motivado por el robo de un gorro, En Perspectiva consultó al sociólogo Gustavo Leal para dialogar sobre este hecho en particular y para sacar conclusiones sobre la salud de la sociedad del país. Leal apuntó que lo sucedido el domingo “es esperable desde el punto de vista de la tendencia que tiene la sociedad uruguaya”. El licenciado en Ciencias Sociales opinó que el asesinato del joven Álvaro Froste “es una expresión más de una ruptura muy drástica del pacto de convivencia” de nuestra sociedad. El experto en Políticas Sociales reforzó su teoría diciendo que “hay un país con pautas y valores de exclusión social muy fuertes”, y sentenció que “se terminó aquello que decía José Pedro Varela de que el banco de la escuela es un lugar democratizador porque permite que hijos de personas distintas se sienten y compartan”.


JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Esto que estamos escuchando es la canción que crearon unos muchachos que no conocían a Álvaro Froste, el joven muerto el domingo en las inmediaciones de Montevideo Shopping.

El joven de 19 años que confesó haberle disparado fue procesado y enviado a prisión por homicidio. Se sabe además –según surge de testimonios de la madre y otros– que el muchacho procesado dijo que un grupo de jóvenes le había robado un gorro la semana anterior, y que por ese motivo decidió comprar un arma de fuego calibre 38 que consiguió en la feria de Piedras Blancas el domingo anterior. Después ocurrió lo que todos sabemos: este chico de 19 años termina disparando, dando muerte a Álvaro Froste. Por más que también aparece en el expediente que el chico disparó pie a tierra y al bulto, según surge de la información que recoge hoy El País.

Pero vamos a ubicarnos en el contexto más general, vamos a ver en particular qué es lo que está pasando en la sociedad, porque esta no fue la única noticia de jóvenes y violencia. El lunes hubo una pelea en el liceo 18 del Prado, que fue convocada por Facebook y que terminó con una chica herida, y la semana anterior los profesores del liceo de Delta del Tigre ocuparon la institución reclamando medidas contra la violencia.

Vamos a analizar este fenómeno social, vamos a procurar entender mejor qué está pasando en la sociedad.

Para ellos recibimos a Gustavo Leal, sociólogo y licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad de la República; tiene una Maestría en Comunicación Social, un posgrado de especialización de Estudios de Comunicación Social, una Maestría en Políticas Sociales y es diplomado en Políticas Sociales por el Claeh.

En primer lugar una rápida lectura: ¿lo que pasó el domingo te sorprendió?

GUSTAVO LEAL:
Un fenómeno de esta naturaleza impacta, ha impactado a la sociedad, pero desde el punto de vista de la tendencia que la sociedad uruguaya tiene es esperable que este tipo de situaciones suceda. En particular porque esto es una expresión más de una ruptura muy drástica del pacto de convivencia en la sociedad uruguaya. Esa ruptura de ese pacto de convivencia ha alterado la manera de relacionamiento y se expresa en un conjunto de fenómenos que van desde este tipo de cosas que usted ha enumerado hasta otras, como por ejemplo el fenómeno del vandalismo, el fenómeno de la violencia en los escenarios deportivos. Cuando llegó la Selección Uruguaya después de la Copa América al Estadio, sin un sentido demasiado claro se generó una cantidad de disturbios, conductas de tipo anómico, que están expresando que hay un Uruguay que ya hace tiempo dejó de estar presente en el imaginario y en la realidad y que vivimos en una sociedad fracturada que tiene por lo menos tres países distintos.

JAE - ¿Cuáles son esos países?

GL - El año 2002 generó un impacto de carácter simbólico muy importante, además de material, en la sociedad uruguaya, fue el punto de referencia de una ruptura de los códigos, de los valores y de cierto relato de integración social en el país. Una forma de habitar el país, una forma de sentir estar integrados a la sociedad se rompió, se rompió la legitimidad de esa expectativa y de ese discurso. El 2002 fue el epílogo, esto venía desde hacía bastante tiempo atrás, pero el fenómeno del 2002 generó una conmoción tal que removió muchas bases de lo que era obvio en un país.

Porque la integración social y la convivencia en una sociedad son un pacto de obviedad, la obviedad es muy importante en una sociedad. Si yo entro a una reunión, voy a saludar a alguien y le extiendo la mano, lo obvio, lo que yo espero, es que la otra persona me dé la mano; si la otra persona no me da la mano o me da la espalda, ahí hay una situación de cierta incomodidad porque uno hace algo y no espera que el otro le responda de esa manera. A nivel social las conductas sociales también tienen ese tipo de lógica, y cuando el otro reacciona de una manera diferente de lo que yo espero el relato de convivencia y de diálogo es muy difícil.

JAE - Vuelvo a la pregunta: ¿dónde están los tres países?

GL - Hay un país excluido socialmente, con pautas y valores de exclusión social muy fuertes, con una materialidad de exclusión muy importante, que en el área metropolitana se ubica básicamente en los barrios de la periferia. Yo he trabajado en muchos estudios para georreferenciar la exclusión social en la ciudad. Para que se tenga una idea, hoy el 60 % de los jóvenes que no estudian ni trabajan se concentra en 11 barrios de la capital, y el 75 % de las personas que tienen estudios universitarios se concentra en ocho barrios de la capital. Eso marca una distancia, se ha consolidado un distanciamiento social muy importante.

Por otra parte hay otro país que es el Uruguay de ciertos sectores medios y de trabajadores que también sufrieron, que podríamos decir que es un Uruguay integrado pero vulnerable. El otro es un Uruguay excluido, el segundo es un Uruguay integrado pero vulnerable, es el Uruguay de los diezmilpesistas que tanto ha estado arriba de la mesa, de los trabajadores que hoy, fruto de la baja del desempleo y la bonanza económica que existe en el país, han logrado incorporarse, pero son parte de los que fueron golpeados por los niveles de pobreza tan importantes que hubo durante algunos años.

Y por otro lado hay otro país, que es el tercero, que es un país de elite, un país casi privado, un Uruguay casi privado, que no participa de los espacios públicos, que tiene mucha más conexión con el exterior, con otra lógica de consumo, con un nivel de consumo muy alto. En este país hay un sector de la sociedad que consume y compra autos de 50.000, 60.000 dólares, y no son dos o tres. Hay un sector de la sociedad que tiene un nivel de consumo, que son los ricos, porque acá siempre hablamos de los pobres pero nunca se habla de los ricos. Los ricos han generado en este país una dinámica muy excluyente del resto de la sociedad, muy aislada; por un tema de sentido de protección van a un circuito de colegios privados donde se ven entre ellos mismos, a un circuito social también muy restringido, etcétera. Y la dinámica de un sector social influye en la dinámica del otro, va generando la necesidad de que el otro actúe de determinada manera.

JAE - Estos problemas de violencia que terminan en esta tragedia, por ejemplo lo que ocurrió el domingo, ¿en qué país suceden?, ¿se dan en los tres países?

GL - Se dan en los tres países.

JAE - Da la impresión de que el hecho que ocurrió el domingo tiene que ver con ese grupo de los más excluidos, que tal como se ha señalado viven en lugares que no tienen ninguna dinámica ni están preparados para el ocio, que van a Montevideo Shopping para buscar diversión, para encontrarse con amigos en un lugar que es común.

GL - Esa dinámica se da en los tres países, porque si bien el país es uno solo, tiene dinámicas sociales de poca capacidad de comunicación y de integración. Aquello que decía José Pedro Varela de que el banco de la escuela es un lugar democratizador porque permite que hijos de personas distintas se sienten y compartan se terminó en el Uruguay. Hay una lógica en la cual se acumula rencor social. Me impactó mucho una frase de la hermana de la persona fallecida en el informativo hace un par de días: “Yo quiero decirle a esa nena de Pocitos que ayer dijo que somos planchas que en realidad no somos planchas, somos pobres. Pero somos pobres porque somos honestos”.

En esa expresión, obviamente muy cargada de dolor, de la hermana de este muchacho, se reconoce esa idea del distanciamiento social y la imposibilidad de integrar otros relatos de vida. Porque de última yo voy a ser siempre pobre porque soy honesto, se instala la idea de que el progreso material o la posibilidad de incluirme de otra manera en la sociedad no existen para mí si no rompo alguna regla. Esa idea de “soy pobre pero honesto” es terrible, porque pone en el relato de la sociedad que algunos grupos siempre van a estar en un lugar y otros en otro.

Esta idea de la fractura, de los tres Uruguay, se georreferencia también en la ciudad. En Casavalle de cada 100 adolescentes de entre 15 y 18 años, cinco terminan la secundaria; en Punta Carretas terminan 88. Estamos a 20 minutos de distancia entre un lugar y otro. Ahí es que uno se da cuenta de las distancias sociales terribles que existen en este país. Entonces esa lógica del ocio, del no tengo dónde estar o de tener que explicar por qué me tengo que trasladar a otro lugar de la sociedad, es parte del estigma también.

JAE - Ese puede ser otro punto: por qué la hermana explica las razones que llevaron a su hermano a ir hacia allí.

GL - Por el estigma. La idea de estigma en sociología la instaló Erving Goffman, un teórico muy conocido para quienes estudiamos ciencias sociales. Goffman planteaba que se construye un estigma a partir del momento en el cual se le imputa un atributo negativo a una persona o a un grupo social, y la persona siente ese atributo negativo como tal. Ese atributo es social y culturalmente construido en determinado momento; es decir, lo que en determinado momento es malo en otro momento capaz que no. Por lo tanto, el estigma es como una marca, es una mancha que se les construye a las personas.

JAE - Por ejemplo “plancha”.

GL - Claro, la idea del plancha es un estigma, pero la idea del pituco también es un estigma para el otro.

JAE - O un cheto.

GL - Un cheto, “yo no quiero ser cheto”. A partir de esa lógica el estigma refuerza la percepción de que soy un grupo, que tengo determinadas características y que ese grupo está en disonancia con otro grupo que no puede compartir o integrarse. Porque estoy estigmatizado, quiere decir que pesa sobre mí una característica negativa por la cual me atribuyen algo que socialmente es malo.

JAE - Ahora aparece esto de los “Wuachiturros”.

GL - Hay grupos musicales que van generando una tendencia, a partir de ciertos gustos musicales los individuos se identifican, y a partir de ahí generan conductas gregarias y barras. Históricamente la juventud siempre ha tenido ese tipo de comportamientos, el juntarse en la barra de la esquina es tan viejo como la propia ciudad. Si uno mira la historia del país, el fenómeno de la barra en la esquina ha existido siempre. Los mayores, las murgas en las barras de la esquina, hay mucha literatura sobre eso, el mediotanque, el fútbol, el tango, los amigos de la barra. El problema es cómo esa barra se integra al resto de la sociedad, si esa barra percibe –porque lo vive como una realidad– como joven que su posibilidad de terminar los estudios son de cinco en 100 y los otros tienen más oportunidades, si yo parto de la base que no tengo posibilidades de integrarme… Porque el fenómeno del estigma en parte está dado por la convicción de la imposibilidad de romper con eso.

JAE - Muy desesperanzador.

GL - Obviamente, eso es la construcción social del fenómeno de la exclusión, cuando me termino de convencer de que esto es así y “es lo que hay, valor”. Esa es una frase que sintetiza: “Hay que acostumbrarse a que esto es así”. Eso es muy negativo.

***

JAE - Hay muchísimos mensajes de la audiencia, pero varios de ellos pueden resumirse en dos comentarios a partir de la información que tú manejabas, esa diferencia que hay por ejemplo entre Casavalle y barrios de la costa asociada al liceo.

Pregunta un oyente: “¿Por qué no terminan de estudiar? ¿No quieren estudiar?, ¿quieren trabajar?, ¿quieren todo ya? ¿Qué es lo que está pasando aquí?”.

Y alguien que también va por ese lado y dice: “¿Qué es ser pobre o ser rico? ¿No será un tema educativo? Mis hijos se rompen el alma trabajando en dos o tres lugares para vestir y educar en colegios privados a sus hijos”.

GL - Yo no estoy hablando de la pobreza, estoy hablando de la exclusión, son cosas distintas. Ese es un tema que hay que poder discernir. El problema de la sociedad uruguaya es que se fracturó culturalmente y se generó un polo de marginalización cultural que está disputando en el plano simbólico, en el plano del relato de la sociedad que queremos, ciertos valores. Ese es el problema, no es un problema de ingresos, es un problema de marginalidad cultural, por lo tanto es mucho más profundo.

JAE - Pero la gente que vive en Casavalle seguramente si tuviera otro poder económico viviría en otro barrio.

GL - Claro, pero ¿por qué los jóvenes tienen dificultades para terminar secundaria? Yo recomendaría ampliar la información, porque ahora hay poco tiempo, pero hay un estudio que hizo el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, Rosana Patrón publicó hace tres o cuatro meses un estudio en el que señala cuáles son las razones por las cuales los sectores pobres no terminan secundaria. Ahí está clarísimo el dato de que no es negocio terminar secundaria.

JAE - Aquí hicimos un informe y conversamos con ella sobre eso.

GL - No es negocio, desde el punto de vista económico terminar los estudios no genera una expectativa de ingresos razonables. Este proceso cultural es un proceso que yo hace dos o tres años denominé la “lumpenización” de la sociedad. Esa lumpenización es el apartamiento de un sector de la sociedad de los códigos compartidos de valores.

¿Qué se puede hacer frente a este fenómeno? En primer lugar, diagnosticarlo bien, porque tenemos la idea de que hay muchos diagnósticos, pero si para nosotros es un problema económico simplemente, y decimos: “¿Cómo?, si acá la pobreza bajó del 30% al 18 y va a seguir bajando aparentemente, ¿por qué existe este fenómeno?”. Porque el fenómeno tiene otras características.

En segundo lugar, se deberían fortalecer algunas líneas de políticas públicas. La primera es una política de construcción de ciudad, este es un fenómeno que está muy afianzado en el área metropolitana, aunque también tiene expresiones en otros lugares.

JAE - ¿Qué quiere decir “construcción de ciudad”?

GL - Una política de construcción de ciudad se expresa, para decirlo con una idea más concreta, en la plaza Líber Seregni. Allí se compró una manzana de la ciudad, se la derribó y se armó un centro polifuncional donde todos los fines de semana y a cualquier hora hay una cantidad de gente. Es una plaza que tiene custodia, que tiene una lógica que integra a distintos sectores sociales y a distintas edades. Hay que hacer un programa de esas características, pero a gran escala. Eso se ha hecho, por ejemplo, en ciudades como Medellín o Bogotá, que tenían problemas similares.

JAE - ¿Qué hicieron?

GL - Armaron grandes polos de integración social de alta calidad en determinadas zonas que eran complejas. Porque en general las plazas de los sectores periféricos son plazas pobres, entonces todo es pobre ahí. ¿Por qué este adolescente dice: “Nosotros nos aburrimos en este lugar y terminamos yendo al frente de un centro comercial”? ¿Por qué no puede haber una política de construcción de ciudad que tiene que ver con esto, construcción de espacios públicos para la integración social? Esa es una idea central para poder revertir este tipo de fenómenos.

En tercer lugar, hay que hacer una intervención relevante en el ámbito de la educación media. No se puede entender que en una sociedad en la cual somos todos uruguayos tengamos una diferencia de oportunidad de 1 a 18 con relación a poder terminar la educación media o secundaria. De cada 100 estudiantes de los sectores más ricos de la sociedad que entran en primero de liceo, 86 terminan sexto, y de los sectores más pobres terminan cinco. No hay posibilidad de integración social en ese contexto, ahí hay problemas serios. Y no acepto la idea de que estos resultados existen porque los pobres aprenden menos, no es así.

JAE - Aquí Sergio aporta un dato, dice: “Consulto, desde el 84 al presente existen los mismos índices de deserción estudiantil”.

GL - Sí, existen.

JAE - A nivel macro, supongo.

GL - A nivel macro existen, y en algún caso se han agudizado. En Montevideo, en los últimos 26 años, casi desde el retorno a la democracia, se han consolidado en forma prácticamente estable estos 11 barrios donde se concentra el 60% de los jóvenes que no estudian ni trabajan. Y tenemos un problema en la deserción estudiantil que es de una seriedad enorme. No hay país posible si la sociedad se reproduce básicamente en los sectores medios y medios bajos y en esos sectores el nivel educativo es igual y a veces peor que el de los padres o que el de los abuelos. No hay sociedad que progrese cuando el nivel educativo de los hijos es apenas un año más o dos años más que el nivel educativo que tuvieron los padres o los abuelos. Es una sociedad que así no funciona.

Cuando yo digo que hay una ruptura cultural y se rompe el pacto de obviedad, es porque parte de la obviedad que se rompe también es que estudiar es un mecanismo válido para la incorporación a la sociedad y para la incorporación productiva a la sociedad. Porque una deserción de esta masividad –porque es una deserción dramática– implica que parte de la sociedad reconoce que ese mecanismo de integración social ya no funciona, porque la gente tiene una lógica por la cual apuesta a cosas con una racionalidad, hay una racionalidad en estas cosas. Independientemente de los partidos políticos que han pasado en estos últimos 26 años, independientemente de los niveles de pobreza que han subido y bajado en estos 26 años, la sociedad tiene una tendencia estructural en este fenómeno y también en la construcción de ciudad, que es a la polarización de la ciudad.

Esta idea de la segregación social desde el punto de vista sociológico quiere decir que las personas en determinado lugar son cada vez más iguales entre sí desde el punto de vista de sus atributos sociales. Y desde el punto de vista territorial quiere decir que las personas que viven en determinado territorio cada vez son más similares entre sí y más distintas de las que viven en otro lugar. Es ahí que se construye la idea del estigma. Egresar de un liceo de Tres Ombúes, donde solamente el 15% de los adolescentes termina secundaria, cuando en otros lugares lo hace el 80 o el 90%, es ser un sobreviviente. En la ciudad de Montevideo tenemos diferencias abismales, hay zonas –y no me refiero solamente a Punta Carretas o Carrasco– de la ciudad que tienen niveles de egreso de secundaria mayores que los de España, y hay zonas que tienen niveles de egreso de la educación media peores que los de Honduras o Nicaragua. Eso es lo que estoy diciendo de la fractura social. Hay que hacer muchas cosas, pero hay que construir ciudad y rediseñar el sistema educativo para que sea un canal de integración.

***

JAE - Hay muchos mensajes de la audiencia con opiniones y aportes. Por ejemplo aquí tengo uno de alguien que dice que dice que es biólogo y nació en La Teja: “Antes el que mejoraba arreglaba su casa o compraba otra en el barrio; hoy el que mejora se va. Se da ese fenómeno de fuga, de huida de un barrio”.

Y aparecen otros mensajes que van por otro lado que tal vez no estuvo presente en esta entrevista, que tiene que ver con el rol de los padres.

Dice Irene: “¿Siempre la culpa la tienen el otro o la sociedad? ¿Nunca los padres?, ¿nunca ellos mismos?”, y opina que lo que ocurrió el otro domingo era muy previsible, pero que hay que ver la crisis de la familia.

GL - Totalmente de acuerdo. Cuando yo hablo de la sociedad hablo de las personas. La sociedad no es un ente abstracto, somos nosotros. Entonces, cuando digo que la sociedad ha vivido una fractura social estoy diciendo que hay personas de carne y hueso que han optado por desafiar determinados pactos de obviedad y por romper determinado tipo de códigos y aceptar otros códigos distintos de integración social, y por lo tanto parten de la base de que la responsabilidad que tienen hacia sus hijos no es la responsabilidad que otros sectores de la sociedad piensan que hay que tener. Y cierta displicencia en cuanto a la autoridad y el control, parte del problema de la fractura social tiene que ver también con un tema de autoridad y de control, sentido de autoridad y sentido de control, que se han ido perdiendo en la sociedad y esto se expresa de distintas maneras. Cuando hay maestras que salen por la televisión diciendo que una de las preocupaciones principales de las asambleas de maestros es la violencia de los alumnos hacia los maestros en los centros educativos tenemos un problema.

JAE - No hay límites.

GL - Obvio, pero tenemos un problema de que empezamos a escuchar eso y nos parece que es obvio.

JAE - No es un espanto.

GL - Uno dice: “¿Cómo puede ser que los niños le peguen al maestro?”. Se cruzó una frontera, pongo el ejemplo del 2002 porque fue un hito, pero esto venía desde antes; a partir de ahí hay cosas que cambiaron. Se cambió la pisada y se cruzó una frontera. Y cuando yo cruzo la frontera empiezo a aceptar que hay cosas que son así. Pongo un ejemplo del cruce de la frontera y de la obviedad con el tema de limpieza de la ciudad: en muchos casos se ha dicho que la gente va a Europa y no tira un papel porque siente miedo, siente control social, viene una persona atrás y le junta el papel, hemos escuchado mucho ese relato, y que en cambio acá uno puede tirar un papel y no pasa nada, no siente ese control social de que eso está mal. Es ahí cuando se pasa la frontera, es una frontera simbólica, es cuando uno siente la presión de que hay que hacer algo o no hay que hacerlo.

JAE - Acá estamos frente al caso –y terminamos con el comienzo– de alguien a quien le robaron un gorro y fue a la feria de Piedras Blancas a comprar un revólver calibre 38.

GL - Claro, es un despropósito

sábado, 22 de octubre de 2011

RENOVACIÓN O RESTAURACIÓN


 La inexorabilidad de la primavera

ESCRITO POR: Constanza Moreira
¿Existen candidatos "naturales" en política? La respuesta rotunda es: no. Todo candidato fue resultado de una construcción política. Para muchos, existe la ilusión de que el Frente Amplio pueda recrear la escena electoral de 2004. Malas noticias: no podrá hacerlo. Porque el tiempo nunca vuelve atrás. La mejor adaptación política siempre será la de adaptarse al cambio que exigen las circunstancias presentes.
¿Renovación? ¿Cuánta? ¿Cómo? ¿Candidatos "naturales"? Esta discusión apenas empezó a propósito de los últimos sucesos vinculados al ex presidente Tabaré Vázquez. Sostengo y sostendré que la deuda del Frente Amplio con la renovación no es sólo un problema de preferencias: la renovación será inexorable, tarde o temprano. No será sin embargo automática. Así, podemos convertirla en una elaboración colectiva consciente y proyectada, o retardarla, negarla, e incluso frenarla hasta que se vuelva inevitable.
En la mayor parte de las democracias latinoamericanas actuales se produjo una importante renovación de la dirigencia política. Las Bachelet, los Lula, los Evos, las Cristinas, son nombres nuevos en la política de estas latitudes.
El proceso uruguayo no eligió el camino de la innovación institucional en sus últimas décadas, como en otros países donde una menor habituación a las reglas democráticas requirió adaptaciones más o menos radicales cuando ésta se instaló plenamente. El Frente Amplio se adaptó a los formatos institucionales existentes: acumuló en ellos, y ganó sin cambiar las reglas de juego. Más aun, ganó incluso cuando los cambios en las reglas de juego (como la reforma constitucional de 1996) lo desfavorecían. Y cuando ganó, en un proceso que llevó décadas, muchos de los viejos representantes de la izquierda y fundadores del Frente Amplio todavía estaban activos. La dirigencia envejecida de la fuerza política es, al mismo tiempo, la más cabal demostración de la capacidad de resistencia y unidad del Frente Amplio de 1971, y también una expresión de la resistencia a la renovación.
La renovación se evidenció, además, en otras resistencias: en innovar en sus mecanismos de articulación con los movimientos sociales, en intentar cambios progresistas más audaces en el programa, en renovarse organizativamente bajo nuevas reglas, y en general, en crear nuevas formas de vinculación entre el partido y la sociedad.
Después de siete años de ejercicio de gobierno el Frente Amplio debe, sin embargo, encarar la renovación. No como un propósito de la mera voluntad sino como un requisito para su supervivencia y su legitimidad. No tendrá mejor momento para hacerlo. Porque su entrada a las arenas del gobierno nacional y departamental ha ido de la mano con el fogueo de cientos o miles de militantes en la gestión de la cosa pública. Hoy existe mucha más gente formada –conocida o anónima– que la que teníamos en 2004.
LOS ESCENARIOS DE LA RENOVACIÓN. La renovación se está procesando hoy en, al menos, tres escenarios. Por un lado, los cuadros intermedios que están construyendo la política y las políticas del Frente Amplio, en todos los ámbitos, están siendo más jóvenes, y las mujeres están haciendo un aporte esencial; piénsese en la edad de nuestro canciller, o en los presidentes de las principales empresas del país. Existe ya un número importante de cuadros "de recambio" dentro del Frente Amplio, y fueron construidos por la propia dinámica del gobierno. No están en los primeros lugares de la política, no son los "cabeza de lista", y los aparatos partidarios pueden desconocerlos o negarlos, pero son una generación de recambio.
Por otro lado, hay un proceso de renovación en la sociedad, no sólo generacional sino también de ideas, valores, preferencias y sensibilidades. Esto lo demuestran, por ejemplo, las preferencias por "el banderazo" en contraposición a la multitud apática que escucha a un líder (ya no hay actos multitudinarios para escuchar a líderes, pero sí festejos masivos y voluntad gregaria de juntarse), la adhesión de los jóvenes a una causa que, como la de los derechos humanos, remitiría "naturalmente" a las generaciones más afectadas, o los problemas que en la educación revelan la necesidad de un ajuste entre lo que los profesores "ofrecen" y los estudiantes "necesitan". Y no podemos menos que señalar aquí que es necesario no sólo enunciar principios generales, sin pronunciamientos políticos concretos, sino que la renovación ideológica y política exige pronunciamientos firmes y comprometidos con los problemas de la educación, la desigualdad, el rol de las Fuerzas Armadas, o la vigencia de los derechos humanos, por mencionar sólo algunos.
El Frente Amplio fue un partido de jóvenes y creció entre los jóvenes, sin desconocer el aporte de las generaciones fundacionales. Más aun, supo ser la representación más cabal de lo que había de dinámico y vivo en este país: los obreros organizados, los estudiantes, las clases medias críticas del viejo orden, los científicos, los escritores, los movimientos de mujeres. Fue grande no sólo por sus líderes, sino porque estuvo en sintonía y "representó" a las fuerzas sociales que en un momento determinado signaron el rumbo del cambio.
Hoy su favoritismo entre los jóvenes está decayendo y ya no nos beneficiamos como antes del "recambio demográfico" para crecer electoralmente. Pero más importante aun, no hay renovación generacional en las dirigencias del FA, y también nos falta renovación de nuestros discursos y prácticas, y en los propios formatos partidarios, incapaces de brindar espacio a las nuevas generaciones, fuera de la convocatoria a votar o movilizarse una vez cada cinco años.
La tercera fuente de renovación se está produciendo en el resto del elenco político. Pensemos, rápidamente, a quiénes veremos disputando la elección del lado del Partido Nacional y del Partido Colorado, y veremos la demostración más cabal de la renovación que se ha producido entre ellos.
LOS CANDIDATOS NATURALES. ¿Existen candidatos "naturales" en política? La respuesta rotunda es: no. Todo candidato fue resultado de una construcción política. Lo fue Tabaré Vázquez cuando comenzó y lo fue Mariano Arana cuando lo sucedió en la Intendencia de Montevideo. Todos fueron "construcciones" políticas: algunos eran más conocidos, otros menos, pero ninguno fue "natural". Tampoco Seregni fue un candidato "natural" de la izquierda, para empezar porque no venía del corazón de la izquierda.
Esto no quiere decir, claro está, que no haya unos candidatos mejores que otros. Para empezar, algunos son más conocidos que otros, y esto es parte de lo que se identifica con la "naturalidad" de su candidatura: cuanto más tiempo hayan estado en política y cuanto más alta sea su jerarquía, más conocidos son (en especial, si son ex presidentes). Pero si nos guiáramos por este principio, entonces siempre estarían los mismos en política. Es la política de "los mismos de siempre" y su resultante final el cansancio del electorado, la de­silusión de la política, el desapego, que produce una clase política experta pero envejecida y conservadora, algo que, para una izquierda innovadora y promotora de los cambios, termina por serle, a la postre, letal.
Para seguir pensemos en las mujeres: nunca, jamás, serían los candidatos "naturales". Porque la política es "naturalmente" masculina. Si hay mujeres en política es porque hay una construcción de la política que la "desnaturaliza" y permite entonces el ascenso de estas "intrusas". Vaya si han sido construcciones políticas las de Dilma, Cristina, Bachelet (por no mencionar a la del propio Kirchner, cuyo estrellato en la escena nacional desde su relativo anonimato sureño fue casi imprevisible).
La idea de los candidatos "naturales" es una idea profundamente conservadora. Y es contraria a la creencia en la capacidad transformadora de la política, y por supuesto, a la llegada de los "intrusos" a ese ámbito (los jóvenes, las mujeres, los sindicalistas, los negros, los indígenas, entre otros).
¿CANDIDATOS DE LABORATORIO? Se me ha acusado de "intelectualista" en mi visión de la política, o de querer fabricar "candidatos" en laboratorios. Bueno, la creencia de que "construir" como candidatos a Dilma Rousseff, a Kirchner o a Cristina es sacarlos de la nada resulta absolutamente errónea. Ya estaban en política desde hacía décadas, pero no eran conocidos por la mayoría de las personas. Dilma tenía una destacadísima actuación y fue catapultada en los últimos años del gobierno de Lula, pero sin una campaña promovida y una estrategia definida no hubiera llegado a tener las preferencias de la mayoría de los brasileños.
Conociendo algo de opinión pública y la manera en que se gestiona el marketing político en este país, sólo podría decir y reafirmar que se debe "improvisar" lo menos posible. Es decir, que no pueden decidirse candidatos tres meses antes de la elección. Que hay que foguearlos con tiempo: hacerlos conocer en la escena nacional, darles lugar en los medios, crear con ellos una comunicación política removedora, motivadora, entusiasmante.
De hecho, el Frente Amplio ha incurrido en este error muchas veces producto de su propia creencia en que lo importante era el voto al propio Frente Amplio. Las encuestas han señalado que los votantes del FA votan "al FA", y en mucho menor medida votan "candidatos" (de hecho, en nuestro país, el "voto al candidato" está, en el orden de menciones de las encuestas, relegado al tercer lugar, luego del "voto al programa" –para el fa– y el "voto al partido"). Los partidos tradicionales, sin duda, se han tomado más en serio este aspecto: ponen más plata, desarrollan campañas más profesionales, trabajan más los medios. La tradición del Frente Amplio ha tendido a minimizar estos aspectos, pero no le ha ido mal. Así se construyó, por ejemplo, la propia candidatura de Vázquez a la Intendencia de Montevideo. Entonces, ¿desde cuándo se ha instalado con tanta fuerza en el Frente Amplio el tema de los candidatos, de su indispensabilidad, de su liderazgo incontestado? Es una idea nueva, y sin duda, ajena a las tradiciones colectivistas y republicanas de la izquierda.
LA RENOVACIÓN "DESDE ARRIBA", "DESDE ABAJO" Y "DESDE AFUERA". La renovación "desde arriba" (es decir, desde las candidaturas) puede ser complementaria y ayudar a la renovación "desde abajo", pero la principal es esta última. Y si el FA "por dentro" no cambia, o no puede cambiar, fruto de dinámicas que, al consolidar un estado de cosas, lo han vuelto enormemente refractario al cambio, permitamos que cambie por el impacto de "afuera". ¿Quiénes son los "de afuera" del FA? Los sindicalistas, los intelectuales, los jóvenes, los dirigentes barriales, las feministas, los militantes de los movimientos de derechos humanos, los cooperativistas, en fin, los dirigentes de miles de iniciativas que se están cumpliendo en el país todos los días: muchos de ellos jóvenes y de izquierda.
El Frente Amplio precisa de toda esa energía nueva, no puede darse el lujo de decir (como lo ha hecho hasta ahora) que los de afuera son de palo. ¡Cuántos dirigentes y cuadros han emigrado desde el partido político para la militancia social en muy diversas formas! Hemos perdido cuadros, hemos perdido gente, y claro, también hemos perdido electores, pero las primeras pérdidas son las que condicionan las segundas, y no al revés. Antes de desilusionar electores, primero nos desilusionamos a nosotros mismos. ¿Es reversible este proceso? Sí. En Uruguay todavía sí. Pero la nostalgia restauradora y el puro cálculo de la rentabilidad electoral ayudan poco en ese sentido.
La solución conservadora al miedo de perder las próximas elecciones se expresa en una suerte de operación restauradora. Y ante esto sí tenemos que tomar prevenciones: las restauraciones son poderosas luego de que se experimenta la confusión y el desasosiego de los cambios.
La restauración en nuestro caso es la ilusión de creer que podemos volver a las épocas en que el Frente Amplio estaba más unido, no existían "disidencias" notorias, la comunicación gubernamental era mucho más cuidadosa (aunque a veces a fuerza de silencio), y todos los grupos sobrevivían a la sombra de los liderazgos indiscutibles. Para muchos, existe la ilusión de que el Frente Amplio pueda recrear la escena electoral de 2004. Malas noticias: no podrá hacerlo. Porque el tiempo nunca vuelve atrás. La mejor adaptación política siempre será la de adaptarse al cambio que exigen las circunstancias presentes. Y la creencia en la indispensabilidad del líder, el "dramatismo" de un escenario en el que el "líder natural" no esté, no sólo minan la debilitada autoestima del Frente Amplio, sino que castigan cualquier voz o postura "alternativa".
LAS CLAVES DEL ÉXITO DE LA ELECCIÓN DE 2014. La elección de 2014 estará definida por tres elementos. Una parte determinante será la suerte del gobierno en los próximos años. Si el de­sempeño del gobierno es bien evaluado, entonces las chances de ganar aumentan. No sólo hay que tener un buen desempeño económico (Lacalle lo tuvo y perdió la elección) sino también social (debe haber una mejoría notoria de la situación de vida de esos 600 mil uruguayos pobres, los salarios deben ser suficientes para llevar una vida digna, y la educación y la salud deben ser satisfactorias para la inmensa mayoría de los uruguayos, por ejemplo), y finalmente político. Si al gobierno le va bien económicamente, las condiciones de vida de la gente mejoran (y la gente siente que es por la acción política) y el gobierno logra desarrollar un cierto "afecto" entre la gente; ya hay entonces una buena parte del camino andado. Luego, hay que tener buenos candidatos. Si los candidatos son nuevos, lo único que asegura que funcionen, además del mínimo de destrezas intelectuales y morales que la mayoría tienen, es que el FA los respalde. La gran diferencia que tiene Tabaré Vázquez con el resto de los candidatos que existen, es que es al único que todo el Frente respalda. Esto es infinitamente más importante que su respaldo en las encuestas de opinión. Pero esto, que debería mostrarle al Frente Amplio su fortaleza (su respaldo es la virtud más importante que tiene cualquier candidato) es paradójicamente la fuente de toda su debilidad: la creencia en la indispensabilidad del líder. Si el FA se unifica detrás de una fórmula, triunfará en la elección.
Por cierto que en política importan los otros, y çesta es la tercera parte de la ecuación. Habrá al menos dos candidatos relevantes más. El escenario de 2014 está determinado por éstos: y podemos desde ahora ya ir viendo cómo se va a desarrollar (podemos anticipar los gestos, los temas que estarán en el centro y las capacidades de seducción ajenas).
MATEN AL MENSAJERO. No se me oculta que cualquier discurso, práctica o convocatoria a la renovación partidaria hará, de aquel que la formula, el candidato "natural" a un escarnio, especialmente por aquellos que se oponen a la idea. Pero el mensajero de una idea no es más que el portavoz de una posición. Descalificarlo por su búsqueda de prestigio o posiciones (aquellos que lo beneficiarían, supuestamente, en caso de producirse la tal renovación) es una mala táctica: porque así se matan las ideas. Otra forma es tratando de encasillar la demanda por renovación en la lucha por candidaturas aunque muchas veces quienes esgrimen este argumento sean los principales responsables de la temprana instalación de estas candidaturas. Otra es hablar mucho de renovación... mucho tiempo después.
La renovación será inexorable: de un modo u otro se producirá. Tan inexorable como el advenimiento de la primavera. Su postergación, amparada en atajos, cálculos de conveniencia política o simplemente en la resignación, no impedirá que al final se produzca. Es sólo una cuestión de tiempo.