miércoles, 8 de junio de 2011

LOS CUARENTA AÑOS DEL FRENTE AMPLIO


LOS CUARENTA AÑOS DEL FRENTE AMPLIO

            El pasado sábado 5 de febrero nuestro Frente Amplio cumplió sus primeros cuarenta años de vida; aunque desde noviembre del año anterior y, en los hechos desde que la realidad comenzó a “separar las aguas” en los partidos políticos tradicionales se palpaba su nacimiento, el acta constitutiva y la primera ceremonia oficial y formal se llevó a cabo ese histórico día de 1971 en el propio Palacio Legislativo.
            Aunque se lo pretendió caracterizar como un acto oportunista y electorero, así como otros fenómenos que registra nuestra historia, hoy nadie puede dudar que la formación de la coalición es el resultado de una síntesis evolutiva de la realidad uruguaya, hoy, a cuarenta años, no pretendemos tener el monopolio de la “uruguayez” pero sí podemos afirmar con convicción que nadie es más uruguayo que nosotros.
            Un concepto define antes que ningún otro la esencia misma de nuestro Frente, la lucha inquebrantable por la unidad de las fuerzas progresistas del Uruguay. Un largo y complejo proceso de décadas que tenía antecedentes de distinta dimensión y carácter, en las elecciones de 1962 la Unión Popular se había conformado como coalición en torno al Partido Socialista del Uruguay. Para esos mismos comicios una estructura política de similares características y objetivos se había nucleado teniendo como centro al Partido Comunista del Uruguay, el Frente Izquierda de Liberación. Esos conglomerados son igualmente antecedente válido de los primeros acuerdos con dirigentes políticos provenientes de los lemas tradicionales como Enrique Erro del Partido Nacional y Ariel Collazo del Partido Colorado.
            La crisis socioeconómica estructural y la incapacidad de los gobiernos del momento empujaron fuertemente ese proceso, el de la unidad sin exclusiones y con la única condición de elaborar juntos un programa de acción y gobierno y marchar encolumnados tras él. Hubo que amasar ideas de diferente cuño y origen, batllistas y herreristas, marxistas y cristianos, anarcos e independientes, la comunión de intereses y la fraternidad política no inhibieron a nadie de discrepar y discutir, porque también había diferentes visiones estratégicas, que el frente político para pelear en la justa electoral, que la lucha armada detrás del foco guerrillero; la invalorable experiencia de la unidad sindical de mediados de los sesenta y la unidad con el movimiento estudiantil complementan el cuadro del país. Pero además conjugar intereses de pequeños y medianos productores y comerciantes e industriales, trabajadores y trabajadoras de toda condición, profesionales liberales, amas de casa y trabajadores y trabajadoras independientes. Lo dicho, no pretendemos tener el monopolio de la “uruguayez” pero nadie es más uruguayo que nosotros.
            Una noche de marzo de aquel 1971, la del 26 más precisamente, varias figuras políticas pasaron por el escenario montado frente a la explanada de la Intendencia de Montevideo: Zelmar Michellini, Alba Rovallo, Enrique Erro, Rodney Arismendi, José Pedro Cardozo, Juan Pablo Terra y otros igualmente válidos y queridos compañeros. El acto lo cerró un general proveniente del batllismo y reconocido por sus convicciones democráticas, nuestro primer conductor cerró nuestro primer acto, Líber Seregni encendía la antorcha de una marcha que inexorablemente alcanzaría la victoria más temprano que tarde. Después los episodios se sucedieron: la represión y el golpe dictatorial, el acto del 9 de julio de 1973 y la prisión de Seregni y sus compañeros de armas, la cárcel, el exilio, la muerte. Porfiadamente siempre la vida al final, la lucha y la tozuda obsesión por la unidad, también la diversidad de visiones: en 1982 algunos sectores definen en el exilio votar a los sectores opositores a la dictadura de los partidos tradicionales; desde la cárcel Seregni llama a “marcar” nuestra presencia votando en blanco; en 1984 algunos se oponen a negociar con el régimen, otros afirman que es la estrategia del momento. Siempre la discusión pero también la obsesión por la unidad, un día nuestras banderas volvieron a flamear en las plazas, las banderas artiguistas que, sin pretender tener el monopolio de la “uruguayez”, no se sienten menos uruguayas que nadie.
            Seregni nos condujo desde el nacimiento y de la mano de su dignidad y valentía pudimos enfrentar al oprobio y la muerte, al otro día de las elecciones de 1971 había dicho: “A no dudarlo, somos una revolución en marcha y ninguna revolución se hace en ocho meses, es una tarea para toda la vida”. Tabaré nos mostró el camino y nos llevó hacia la victoria, primero en Montevideo, luego en todo el Uruguay. Veníamos de la mayor crisis económica que el país ha conocido, los índices de pobreza e indigencia eran vergonzosos, la desocupación más que alarmante, la exclusión social una mancha en nuestra historia. Aprendimos que gobernar es muchas cosas, pero por sobre todas, tener el rumbo claro, mantener firmes los objetivos y responder a las expectativas de la gente. Plan de emergencia social, ceibalitas para los gurises y gurisas de la escuela pública, reformas estructurales en la tributación y la salud, ciudadanía y asistencia humana para ir recuperando la calidad de vida de todos. “El que piense que vamos a cambiar todo en un par de años que no nos vote, porque no lo vamos a hacer. . .”, no es posible hacerlo y es muy poco serio decirlo, pero el país caminó y creció, aún en medio de una pavorosa crisis internacional.
            El Pepe nos convoca a mirar y pensar al país veinte o treinta años para adelante, a sembrar y desarrollar educación y tecnología, a atrevernos a soñar con un país sin indigentes y cada vez con menos pobres. “Tenemos que desarrollar el bocho porque si no nuestro destino es Africa”. Un país sin prejuicios ni miedos, con coraje y convicción, una comunidad que proteja y potencie a sus jóvenes y les brinde espacios para crecer y desarrollarse. Ese es nuestro mayor desafío, convocar y caminar con las nuevas generaciones, brindarles las posibilidades que estén a nuestro alcance y estimular sus iniciativas creadoras. Un país verdadera y solidariamente integrado a su región, asumiendo el carácter estratégico de esa integración que nos permitirá pararnos frente al mundo con mejores posibilidades, un país sin pruritos ni ataduras para relacionarse con todas las naciones del planeta, cualquiera sea su raza, cultura o gobierno.
            A cuarenta años de nuestro nacimiento y reverenciando a nuestra historia, nuestras banderas y nuestros queridos compañeros y compañeras de siempre, nada nos convoca más que el futuro, que aquellos luchadores y luchadoras inquebrantables que forjaron la unidad nos sigan iluminando con su entrega, su visión y la grandeza que exigen las decisiones trascendentes.
            En la propaganda electoral de 1971, una triste  voz repetía: “hermano, no te vayas que en tu tierra ha nacido una esperanza. . .” mientras sonaba melancólico del violín de Becho, en el Pilsen Rock de noviembre de 2004, el grito desaforado de Emiliano Branchiari terminaba la actuación de NTVG repitiendo: “¡Festejen uruguayos, festejen. . .!”.
            La historia nos ilumina y nos empuja, el futuro nos compromete y hacia él habremos de marchar para acometerlo con convicción, inteligencia y alegría. . . El Uruguay nos necesita y sabe que cuenta con todos nosotros.
¡Felicidades compañeros y compañeras 
habrá Frente Amplio para muchos años más!

           AGRUPACIÓN ARERUNGUÁ FRENTE AMPLIO SALTO.


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